El tamaño del trasero de la madre influye en la inteligencia del bebé
La ciencia establece que el desarrollo del cerebro de un bebé depende en parte de las reservas de grasa acumuladas en los glúteos y muslos.
Los profesores William Lassek y Steven Gaulin, de la Universidad de Pittsburg, estudiaron el tema a fondo y creen que sus hallazgos podrían explicar por qué las mujeres son más curvilíneas que los hombres.
En una entrevista con el Sunday Times, Lassek explica que las grasas en estas áreas se utilizan sobre todo durante la lactancia y pueden influir en la inteligencia del bebé.
En dicho reportaje, el investigador explica que se necesita una gran cantidad de grasa para "fabricar" el sistema nervioso del recién nacido, y que las grasas que la naturaleza reserva para tal fin son ricas en DHA (ácido docosahexaenoico), que es un componente particularmente importante en el cerebro humano. Este tipo de grasa abundaría en las partes posteriores femeninas.
"Parece que las mujeres han evolucionado para acumular estas grasas y aferrarse a ellas hasta que llega un bebé", señala Lassek.
Además, agrega que en la mayoría de los mamíferos los niveles de grasa en el cuerpo son alrededor de 5 a 10 por ciento, pero en las mujeres esta cifra se eleva al 30 por ciento, cifra similar a la de "un oso a punto de entrar en hibernación, o la de las ballenas que viven en mares fríos".
Lassek lleva décadas estudiando el tema, y en 2007 vertió las primeras conclusiones de su trabajo en un libro llamado Por qué las mujeres necesitan grasa?.
Por su parte, el experto David Bainbridge, de la Universidad de Cambridge, respalda estas conclusiones en su nuevo libro llamado Curvología: orígenes y poder de la forma del cuerpo femenino.
Bainbridge dice que este fenómeno también ha afectado los mecanismos de atracción para los hombres, quienes verían a la dueñas de caderas más curvas y nalgas grandes como más proclives a dar a luz a bebés más sanos y más inteligentes.
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