Por supuesto este post tiene un poco de nostalgia y de humor, pero es para recordar esas cosas que ahora parecen curiosas, y que para nosotros eran moneda corriente de pequeños.
Antes de dejarles las fotos y la reflexión final, te hago una invitación: chatea gratis con gente de habla hispana, de manera muy sencilla haciendo click en ese enlace.
Nostalgia de los tiempos de antes
Fuimos la generación del recreo sin teléfono móvil, ni smartphones, y la pasamos muy bien sin chatear!
Nuestra vida era bien simple, con horarios de deberes en la escuela y toda la tarde libres para ser niños!
En nuestra época 36 fotos tenían que durar para todo un viaje, porque era lo que llevaba un rollo de las viejas cámaras fotográficas.
Nuestros padres se hacían un tiempo para jugar con nosotros en vez de estar todo el día pegados al teléfono...
Nuestros amigos no chateaban con nosotros, venían, golpeaban la puerta de tu casa y te invitaban a salir a jugar.
El Tutti Frutti era un juego de pura adrenalina en el cual además de divertirnos, aprendíamos mucho.
En nuestros tiempos, eramos niños felices y lo sabíamos.
Los mejores deseos no te los etiquetaban en Facebook, ni te llegaban por Whatsapp, te los escribían directamente.
Estos papelitos que nos pasabamos en el salón de clases con mensajes escritos era el Whatsapp de nuestra infancia.
Los grandes psicólogos de mi infancia eran la escoba, la chancla y el cinturón... Y las consultas eran gratis.
Cuenta la leyenda que gracias a la famosa chancleta de mamá, muchos de ustedes no son maleducados... Será cierto?
Son imposibles de olvidar las horas que pasabamos hablando con amigos en la calle, sentados sin temores, en vez de estar encerrados hablando solo por el chat.
Así queremos recordar esa infancia y a los amigos que tenemos desde pequeños y que no olvidamos pese al paso del tiempo, y con los cuales tenemos contacto aún ya sea por chat o porque seguimos viviendo cerca y nos vemos.
Los niños de antes vs los niños de ahora
Antes decía mi abuelo que teníamos hormigas en el trasero, ahora resulta que los niños tienen déficit atencional o hiperactividad: nos daban de comer conejo o mondongo y nos decían que era pollo, y nosotros comíamos a boca llena, felices , ahora les haces hamburguesas y les dices que son Hamby, le dan una mordidita y descubren enseguida que son Patty.Cuando viajábamos en bus nos decían "Si te preguntan, di que tienes 4 años" respondíamos "4 años mamá? ya estoy en 6to de escuela" y nuestra madre nos retrucaba "4 años, o te quieres quedar?" nos lo decía con voz de trueno, y con la cabeza entre los hombros y voz de 4 años nosotros decíamos 4 años, ahora los chicos tienen 5 años y dicen "Mamá yo no voy a mentir, tengo 5 y si nos eres capaz de pagar mi boleto del bus, deberías conseguir otro trabajo".
Nos levantábamos y después de una taza de café con pan comenzábamos a jugar... Que la bicicleta, las muñecas, fútbol en la calle, la mancha, la agarrada, no parábamos hasta que escuchábamos gritar "Está pronta la comida", después el almuerzo y para la escuela, volvíamos de la escuela y en un periquete hacíamos los deberes y volvíamos a jugar a la escondida, la payana, el trompo, las bolitas, poli y ladrones, hasta escuchar "Está pronta la comida" cenar, baño y a la cama, leer algo antes de dormir y hasta mañana. Los niños ahora arrancan tempranito, clases de patín, ingles, ballet, psicólogo, clases de fútbol, francés, guitarra, saxo, dentista, nutricionista, computación, la escuela (ahora de 8 horas), clases de apoyo, y ahí por las 11 de la noche después de una duchita rápida les da tiempo para ser niños un poquito antes de dormir, entonces la mamá les da un teléfono móvil y los manda al dormitorio, para que no molesten; cuando llegan a los 9 años los gurises tienen stress, y agotamiento físico y emocional.
El niño estornuda dos veces y las mamás buscan en Google la solución, escribe por fuera del reglón y Google les dice que hacer... Y yo no sé nada, pero se me ocurre que de repente lo único que hay que hacer es dejarlos ser niños, con barro en las rodillas y las uñas negras, con moretones de jugar a ser niños, con algún piojo en la cabeza cada tanto, con aprendizajes inmersos en la naturaleza, aprendizajes basados más en la experiencia y menos en la teoría cibernética, y obviamente que no se trata de desconocer que hay que acompañar los avances de la ciencia o los avances que la ciencia impone, paro tal vez nos haga bien acompañar sin olvidar lo bueno que tenían otras épocas, no tan lejanas, pero que lamentablemente ahora parecen muy distantes.
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