Los aromas del
vino constituyen una parte clave a la hora de la cata, diferentes según el
tipo de uva utilizada, su proceso de elaboración y su crianza. ¿Te gustaría saber
más sobre los olores del vino? ¿Sabes distinguir entre los aromas
primarios del vino, secundarios y terciarios? ¿Qué diferencias existen
entre el olor del vino tinto o blanco? A continuación, te contamos todo
lo que tienes que saber para aprender a disfrutar del vino a través de tu nariz,
además de tu paladar.
Aromas primarios
La variedad de uva
utilizada para elaborar el vino es un elemento determinante para su aroma, así
como las características del terreno en el que se cultiva la vid y la
climatología de la zona. Los olores del vino resultado de estos factores
se conocen como aromas primarios del vino. Existen infinidad de matices
dentro de estos aromas primarios, aunque pueden diferenciarse cuatro categorías
principales: los aromas afrutados, florales, vegetales y minerales.
En el olor del vino tinto, por ejemplo, son
habituales los matices a frutos rojos, como fresas o frambuesas, o frutas del
bosque, como moras o grosellas, mientras que en los vinos blancos son características
las notas cítricas, como el limón, la lima o el pomelo, o los aromas a frutas
blancas, como la manzana o la pera, las frutas tropicales, como la piña, o
frutas de hueso, como el melocotón.
Aromas secundarios
Este tipo de aromas
del vino se producen como resultado de la fermentación alcohólica y
maloláctica. Los matices son diferentes dependiendo de la temperatura a la que
se realiza el proceso o de las levaduras utilizadas, por ejemplo. Dentro de los
aromas secundarios destacan los aromas lácticos, como la mantequilla, el yogur
o el queso, más habituales en los vinos blancos, y los aromas de panadería,
resultado de la fermentación de la fermentación alcohólica, muy fáciles de
apreciar en los vinos
espumosos como el cava o el champagne.
Aromas terciarios
Estos aromas del
vino aparecen durante la crianza del vino en barrica de madera o en
botella, más intensos cuanto más larga sea la crianza. Para envejecer el vino
suelen usarse barricas de roble americano o francés que, al entrar en contacto
con el vino, influyen sobre su aroma. Una vez embotellado, los olores del
vino también siguen evolucionando y enriqueciéndose con nuevos matices. Los
aromas terciarios producidos durante el envejecimiento del vino dentro de la
barrica o la botella componen el denominado buqué o “bouquet”.
¿Qué tipo de matices
aromáticos aporta este proceso de crianza? Dentro de los aromas terciarios
destacan los matices especiados, las notas balsámicas y a madera, los matices
de confitería, los aromas tostados y el olor a chocolate o frutos secos y las
frutas confitadas o maduras, por ejemplo. El envejecimiento aporta complejidad
y riqueza al aroma del vino, pero los aromas terciarios son muy
efímeros, ya que desaparecen en pocos minutos una vez abrimos la botella y
dejamos que el oxígeno entre en contacto con el vino.
En definitiva,
conocer los aromas del vino es una forma excelente para apreciar esta
bebida en toda su plenitud. Ahora, ¿te animas a poner a prueba tu olfato con
una copa de tu vino favorito?
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