El 7 de octubre de 1571 cuando se inició una de las más grandes batallas de la Historia de la humanidad. En esta fecha, en Lepanto se reunieron más del 75 % de las galeras, galeazas, galeotas y fragatas disponibles en todas las flotas del mundo, 580 naves y más de 100.000 hombres. Cifras asombrosas para la época. Esta inmensa fuerza naval, iba a decidir el destino de dos imperios representantes de dos civilizaciones una emergente y otra consolidada en su territorio, oriente y occidente. La batalla de Lepanto se suele considerar como la batalla naval más sangrienta de todos los tiempos.
Los turcos estaban decididos a conquistar occidente y llegar hasta Gibraltar. Acosaban sin piedad a las naves cristianas e iban apoderándose poco a poco de territorios y plazas cristianas. Con esta batallas, la Liga Santa rompió con la superioridad naval del Imperio Otomano y su mito de invencibilidad quedó absolutamente olvidado para el resto de la Historia. Después de Lepanto, ya nunca más se recuperó la hegemonía naval turca en el Mediterráneo.
Gran parte del mérito de la victoria cristiana se debe a un joven que con 24 años se hizo con la enorme responsabilidad de dirigir la flota de la Santa Alianza: Juan de Austria, hijo natural del emperador Carlos I sus intervenciones en los campos de batallas navales y de tierra, contribuyeron notablemente a la grandeza y esplendor del Imperio Español. Fue un gran táctico en el campo de batallas y muy querido por su hermanastro el Emperador Felipe II.
La Liga coordinada por el Papa Pio V, estuvo finalmente constituida por fuerza de España, República de Venecia y Estados Pontificios, República de Génova, Ducado de Saboya y la Orden de Malta. Los cristianos resultaron vencedores, frenando en seco el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental.
Obra Jose Ferre Clauzel
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